Los médicos expertos en ERyMEs, recomiendan el ejercicio físico a los pacientes para mejorar su salud y calidad de vida. Pero la actividad, siempre debe llevarse a cabo teniendo en cuenta el tipo de enfermedad que se padece, el estado físico de la persona y en qué estadio se encuentra la dolencia.
En este artículo, continuamos resumiendo el manual elaborado por la Sociedad Española de Reumatología para la campaña «ReumaFit». En esta ocasión, dedicamos el artículo a explicar qué es lo mejor para las 6 enfermedades más comunes: artrosis, artritis psoriásica, osteoporosis, fibromialgia, artritis reumatoide y espondiloartritis axial
Si estás leyendo este artículo o, mejor aún, si has leído todos los de la serie que estamos publicando estos días, ya tendrás clara la importancia de ejercitar tu cuerpo para sentirte mejor, la gran cantidad de beneficios que aporta al organismo aquejado por una enfermedad reumática, cuánto tiempo y qué tipo de ejercicio físico se recomienda y la intensidad o impacto que te conviene.
Hoy damos un paso más y nos centramos en situaciones concretas y enfermedades reumáticas concretas.
Artrosis
Esta enfermedad puede afectar a diferentes articulaciones. Por eso «es necesario seleccionar el tipo de actividad física y ejercicio según la articulación afectada». La más estudiada es la artrosis de rodilla y se ha demostrado que «el ejercicio disminuye el dolor y mejora la limitación en las actividades cotidianas sin dañar el cartílago ni aumentar la inflamación».
Para la artrosis, son eficaces los ejercicios de tipo aeróbico y los de fortalecimiento muscular. Así mismo, «se recomienda que el ejercicio o actividad física sean de moderado o bajo impacto».
√ Artrosis de rodilla: los ejercicios de fortalecimiento se deben centrar en el cuádriceps, pero son más eficaces si se combinan con ejercicios de fortalecimiento de la cadera (principalmente del glúteo medio)
√ Artrosis de cadera: los ejercicios de fortalecimiento del glúteo también han demostrado que mejoran el dolor y la función física.
√ Artrosis de mano: hay menos estudios, pero los datos sugieren que son eficaces los ejercicios de fortalecimiento.
√ Artrosis en la columna vertebral: se recomienda fortalecer la musculatura abdominal, glútea y los músculos que están junto a la columna.
En todos los casos, «debemos evitar los ejercicios que produzcan un aumento importante de los síntomas como dolor, inflamación, fatiga, etc.», añaden los médicos.
Osteoporosis
Esta enfermedad suele presentarse a partir de la tercera y cuarta década de la vida. Consiste en la pérdida de masa osea. Los huesos se vuelven más porosos, son más frágiles y se rompen con mayor facilidad. Esto puede ocurrir, sobre todo, en la mujer tras la menopausia. Los reumatólogos del manual ReumaFit distinguen el ejercicio adecuado según la forma física de la persona y la progresión de la enfermedad:
√ Pacientes con buena forma física: «podemos recomendarles los ejercicios que tienen mayor capacidad osteogénica (de formar hueso). Estos son los aeróbicos de alto impacto (correr, cualquier deporte que implique saltos…)». También está indicado el «fortalecimiento de alta intensidad de la musculatura que rodea las zonas del cuerpo con mayor riesgo de fractura por la osteoporosis», esto es las zonas lumbar y dorsal de la columna, caderas y muñecas.
√ Personas con osteoporosis establecida, sobre todo si han tenido alguna fractura, o con movilidad reducida: se recomiendan programas de ejercicios que reduzcan el riesgo de caídas y que combinan ejercicios para mejorar el equilibrio con ejercicios de fortalecimiento, sobre todo de las piernas. Los reumatólogos remarcan que se trata de «ejercicios muy sencillos que se pueden llevar a cabo en el domicilio sin supervisión de otra persona y sin correr riesgos». Están totalmente contraindicados los ejercicios de alto impacto por el riesgo de caídas y posibles fracturas. Tampoco recomiendan actividades con esfuerzos bruscos, rotaciones forzadas y levantar objetos pesados.
√ Reducir el sedentarismo. El manual de ReumaFit insiste en que «la calidad de nuestros huesos está relacionada con la actividad física que hacemos». Al parecer, el riesgo de osteoporosis aumenta cuanto más tiempo permanezcamos sentados o tumbados. Si estamos en buena forma física, también «podremos recuperarnos más rápido y mejor» tras una fractura osteoporótica como es el caso, por ejemplo, de las fracturas de cadera que producen una gran limitación al precisar de intervención quirúrgica y de un periodo de hospitalización.
Espondiloartritis axial
En este caso, lo primero que afirman los reumatólogos es que «el ejercicio es un pilar básico del tratamiento de espondiloartritis axial». Al parecer, se ha demostrado que, en general, «mejora la función física, el dolor, la movilidad, la inflamación y la calidad de vida». Pero, además, los programas de ejercicios ayudan a conseguir: disminuir la actividad inflamatoria de la enfermedad y mejorar los síntomas. ¿Qué hacer?
√ Estadios iniciales (pacientes con buena movilidad y poca repercusión funcional): se recomienda la combinación de ejercicio aeróbico con fortalecimiento, exactamente igual que para adultos sanos.
√ Fases intermedias (pacientes con limitación de la movilidad y repercusión funcional): en este caso, los expertos optan per una combinación de ejercicio aeróbico y fortalecimiento, adaptado a la situación clínica y a la forma física previa, añadiendo un programa de ejercicios de estiramiento muscular.
√ Fases avanzadas (ya existe fusión de las articulaciones de la columna vertebral): debe llevarse a cabo ejercicio aeróbico combinado con ejercicios de fortalecimiento (sobre todo la musculatura de la espalda, diafragma y musculatura de miembros inferiores), evitando los sobreesfuerzos, los estiramientos y las posturas forzadas.
√ Durante un brote, o cuando exista dolor o inflamación: los médicos son claros al afirmar que «deben continuar haciendo ejercicio, incluso en periodos de dolor, ya que la actividad física ayuda a prevenir la limitación funcional». Eso si, hay que limitar la movilidad a los límites «no dolorosos» para no aumentar los síntomas. Es importante, dice el manual ReumaFit, personalizar el ejercicio según el estadio clínico y la forma física previa, sobre todo, en pacientes con algunas características determinadas (edad avanzada, gran limitación de la movilidad, etc.).
En todas las fases de la enfermedad «hay que evitar el sedentarismo».
Artritis reumatoide
Como comentario general, los reumatólogos de ReumaFit y del programa «Por tus huesos ponte en forma», explican que, en los casos de artritis reumatoide, «se ha demostrado que los ejercicios aeróbicos y de fortalecimiento mejoran la forma física, la fuerza muscular, la limitación funcional, el dolor, la fatiga, el descanso nocturno y la calidad de vida». Además, se ha visto que el ejercicio, de forma regular con la intensidad y duración adecuadas, tiene un efecto antiinflamatorio, «disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares y la mortalidad».
√ Fases iniciales y artritis reumatoide establecida: fácil y sencillo. Se recomienda caminar y monitorizar nuestro movimiento con, por ejemplo un reloj, una aplicación que mida la actividad física o un podómetro. Según los expertos, en el caso de personas muy poco activas, estaría bien marcarse «un objetivo inicial de un mínimo de 3-4.000 pasos al día, e ir incrementando progresivamente hasta llegar a los 6-8.000 pasos al día». Otra recomendación muy clara e insistente es «una buena selección del calzado y, en algunos casos, algún tipo de plantilla o adaptación». Lo más importante es sentirse cómodo al caminar. Otras opciones son la bicicleta (estática o de ruta) el baile y la natación, ejercicios que se pueden combinar entre sí.
√ Artritis reumatoide en fase muy activa (existe inflamación o deformidad importante de las articulaciones): en estos casos, la mejor opción son «las actividades aeróbicas y ejercicios de fortalecimiento de bajo impacto». Se empieza suave y poco rato, a medida que nos vayamos sintiendo más fuertes, podemos aumentar el ejercicio gradualmente pero «siempre, teniendo la seguridad de que podemos hacer», sin forzar y sin dolor, lo que nos hemos propuesto. Si además, existe pérdida de la movilidad de las articulaciones, o riesgo de rigidez, es recomendable «añadir ejercicios de flexibilidad». El fortalecimiento debe incluir los grandes grupos musculares, principalmente los de miembros inferiores y la musculatura de la mano.
Una vez más, está totalmente cotraindicado el sedentarismo. Los reumatólogos son claros al afirmar que «es importante reducir las horas que se permanece sentado, haciendo interrupciones o actividades de intensidad ligera. También pueden ser útiles periodos cortos de ejercicios y un mayor número de repeticiones».
Artritis psoriásica
Esta enfermedad de las articulaciones se presenta en aproximadamente un 10% de pacientes que padecen psoriasis en la piel. Según se explica en Inforeuma.con, es posible que «las lesiones cutáneas aparezcan al cabo de un tiempo de haberse desarrollado la artritis».
√ En los casos en los que se asocia afectación de la columna, las recomendaciones son «similares a las descritas para la espondiloartritis» (adaptándose a las características clínicas).
√ Cuando hay inflamación de las articulaciones de la mano, de la rodilla o tobillo, los consejos son «similares a los mencionados para la artritis reumatoide».
√ Si hay tendencia a que aparezca rigidez en las articulaciones (principalmente puede suceder en la mano) se deben hacer ejercicios de estiramiento y de flexibilidad de las articulaciones afectadas.
√ Es muy frecuente que la artritis psoriásica se asocie a obesidad. En estos casos, afirman los expertos, «el ejercicio puede ayudar al control del peso mejorando el pronóstico y la respuesta al tratamiento».
Fibromialgia
Dice el manual de ReumaFit que, en la fibromialgia «la tolerancia inicial al ejercicio puede ser más baja que en otras enfermedades reumáticas», sobre todo en personas que no están acostumbradas a practicar actividad física de forma habitual. En estos casos se recomienda «empezar con una intensidad y duración bajas, o muy bajas. Por ejemplo, dos periodos de 10 minutos a días alternos». El ritmo de aumento del ejercicio también suele tener que ser más lento «para evitar que aparezca un dolor significativo». Pero es muy importante que quien sufre esta enfermedad sepa que «en la mayoría de los pacientes, la sensibilidad al dolor disminuye con el tiempo». Por lo tanto, hay que «evitar suspender los programas de ejercicios».
De hecho, remarcan los reumatólogos, el ejercicio es uno de los principales tratamientos para la fibromialgia porque «es eficaz, seguro y carece prácticamente de riesgos o efectos secundarios». Según dicen, se ha demostrado que «el ejercicio aeróbico y el de fortalecimiento diminuyen el dolor, la función física, la fatiga» y por lo tanto, mejoran la calidad de vida. También puede «mejorar la depresión, el estrés psicológico y la sensación de bienestar». Se ha comprobado que «sustituir el tiempo sedentario por actividad física ligera o moderada tiene efectos positivos» en la evolución de la enfermedad.
Tal i como hemos explicado en anteriores artículos sobre ReumaFit, lo que publicamos aquí es un resumen de los datos y consejos contenidos en el manual publicado por la Sociedad Española de Reumatología en la web específica para la campaña que promueve el ejercicio físico para todas las personas que sufren alguna enfermedad reumática.
Si te ha gustado, compártelo en tus redes sociales.
Deja tu comentario