La salud bucodental está muy relacionada con enfermedades de tipo reumatológico. Esta es una verdad de la que se puede encontrar mucha literatura y evidencia médica. Pero hoy, más allá de la relación entre efectos secundarios de las ERyMEs y el estado de nuestros dientes, os queremos hablar de una serie de casos muy curiosos sobre explosiones dentales. Casos que ocurrieron hace 200 años y que aún no se han podido resolver.
El periodista británico, Thomas Morris, trabajó como productor de programas de radio para la BBC hasta que, en 2015, dejó la radio para dedicarse a escribir sobre medicina. Según comenta en su blog, para escribir su primer libro, The Matter of the Heart, tuvo que leer y revisar gran cantidad de revistas médicas antiguas. Publicaciones que estaban llenas de relatos sobre casos médicos muy curiosos. Morris consideró que estas historias debían darse a conocer y las compiló en el ensayo El misterio de los dientes que explotan y otras curiosidades de la historia de la Medicina.
De todas las historias relatadas en el libro, una de las que ha generado más curiosidad es la de varios casos que un dentista de Pensilvania (EEUU), de nombre W.H. Atkinson, contó en un artículo para la revista Dental Cosmos y que resumimos a continuación.
En 1817, el reverendo D.A. de Springfield se quejaba de dolor en el canino superior derecho. Al parecer, el dolor fue aumentando hasta el punto que el clérigo pareció volverse loco. Según el relato incluido en el libro de Morris, «el capellán empezó a correr de un lado a otro, buscando un respiro a tanto dolor. Incluso llegó a golpear su cabeza contra el suelo como un animal furioso. También fue hasta el muelle y hundió su cabeza bajo el agua fría». Pero el dolor persistía hasta que «a las 9 de la mañana del día siguiente, mientras caminaba en su delirio salvaje, sonó, de repente, un golpe seco como un disparo, y su diente estalló en pedazos, proporcionándole alivio instantáneo. En ese momento, se volvió a su mujer y le dijo: ‘mi dolor desapareció por completo’. Se fue a la cama y durmió profundamente durante todo el día y gran parte de la noche siguiente, tras lo cual se encontró racional y en buen estado».
El segundo caso de explosión dental relatado por Thomas Morris es el de una mujer, Letitia D. que vivía a pocos kilómetros de la residencia del reverendo. En 1830, Letitia «padeció un prolongado dolor de muelas que terminó reventando con una explosión, dándole alivio inmediato». Una situación parecida se produjo en 1855. Una mujer llamada Anna P.A. , también paciente del doctor Atkinson, «sufrió una repentina y aguda explosión, y alivio instantáneo, como en los otros casos, ocurrieron en su canino superior izquierdo. Ahora está viva y sana y es madre de familia».

Imagen de Wikipedia
Morris encontró más casos de explosiones dentales ocurridas en el siglo XIX. Por ejemplo, un caso registrado en 1871 por otro dentista americano, J. Phelps Hibler. Este odontólogo trató a una joven mujer cuyo dolor de muelas terminó de manera espectacular cuando el molar «reventó con una conmoción cerebral y un estallido, que casi la derribó». Al parecer, la explosión fue tan potente que «se quedó sorda por varios días». Según narra el periodista, «se produjeron 5 o 6 casos más de dientes explosivos durante el siglo XIX pero, a partir de 1920 no se ha documentado ninguno más».
Pero, ¿cuál fue el motivo de estos estallidos? Thomas Morris consultó a algunos expertos como Hugh Devlin, profesor de Odontología Restauradora en la Facultad de Odontología de la Universidad de Manchester. Este científico afirma que «aunque es bastante común que los dientes enfermos se rompan, nunca había oído hablar de uno que se rompa». Por otro lado, el Doctor Atkinson, que narró los casos ocurridos en Springfield, ofreció un par de explicaciones que los odontólogos actuales no aceptan. Una por obsoleta y la otra, según la cual, «la existencia de caries en el diente afectado, habría provocado una acumulación de gas que podría haber causado la rotura explosiva». Esta explicación, cuenta Morris, tampoco se sostiene ahora que se sabe bien cómo se producen las caries. En cambio, hay otra posible explicación más plausible. La sostiene Andrea Sella, profesora de Química Inorgánica en el University College London. Según esta investigadora, «si se hubieran utilizado dos metales diferentes en un empaste, se crearía una celda electroquímica y toda la boca se convertiría en una batería de bajo voltaje. Puede haber electrólisis espontánea». Aunque la misma Andrea Sella afirma que esta es una hipótesis algo exagerada.
El problema, es que no existe constancia de que las personas que sufrieron explosiones dentales tuvieran empastes en las piezas afectadas. Por lo tanto, el misterio de los dientes que explotan continúa sin poder ser resuelto. Thomas Morris concluye su relato afirmando: «entonces, o un proceso desconocido estaba causando las explosiones o los pacientes estaban exagerando síntomas que eran mucho más mundanos. Por ahora, al menos, parece que el misterio de los dientes que explotan seguirá sin resolverse».
¿Qué os parece? ¿Hay algún odontólogo o investigador por la sala que pueda formular una hipótesis? Esperamos vuestras respuestas.
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